En reposo, un adulto respira entre 16 y 20 veces por minuto. En cada uno de estos movimientos, atrapamos en nuestros pulmones una media de medio litro de aire, por tanto, en total, en un día sin sobresaltos, inspiramos 5.750litros de aire, el equivalente a 425 bombonas de butano.
Si tenemos en cuenta estos datos, parece obvio que nuestra salud depende en gran medida de la calidad del aire que respiramos. Siempre que se habla de esto, sale a relucir el tema de la contaminación, que en nuestra cabeza tiene un color grisáceo, un aroma insoportable y un tacto vicioso. No caemos en la cuenta que la peor corrupción es la que no vemos.
Desde el siglo XVIII se habla de la carga eléctrica del aire, esta puede ser positiva o negativa según el signo mayoritario de iones que lo habitan. La electricidad del ambiente se genera a través de fenómenos naturales como rayos, tormentas, algunos vientos, saltos de agua y de aparatos creados por el hombre, ordenadores, aires acondicionados, las calefacciones, los fluorescentes...Si la proporción ideal para la vida es de cuatro iones negativos por cada ion positivo, es habitual que en los ambientes cerrados la proporción supere hasta en 100 unidades esta medida.
LOS IONES POSITIVOS SON MALOS PARA LA SALUD
Una excesiva carga produce hiperactividad, ansiedad, agotamiento, depresión... todos síntomas de ambientes urbanos, en los que sus habitantes se pasan muchas horas encerrados en oficinas llenas de ordenadores, sin posibilidad de ventilación natural, y con una temperatura ajustada durante todo el año por aires acondicionados. Las casas con muchos electrodomésticos, e igualmente ventilados con pulmones artificiales, tampoco tienen un aire sano.
LOS IONES NEGATIVOS SON LOS BUENOS
Son bactericidas y su efecto sobre la salud es el opuesto al de los positivos. Si los anteriores producían hiperactividad y depresión, estos inducen al sosiego y a un incremento de la vitalidad. Una proporción sana en el aire que respiramos mejora dolencias como la bronquitis, las alergias, la sinusitis, evita dolores de cabeza, disminuye la fatiga y los dolores musculares, frena el envejecimiento de nuestras células... en resumen contribuye a que nuestro estado físico y psíquico sea inmejorable.
IONIZADORES
Los mejores ionizadores naturales son las plantas: limpian la atmósfera de manera natural, atenúan las perturbaciones eléctricas y absorben los contaminantes del aire.
Las lámparas de sal también son ionizadores naturales son piezas únicas talladas a mano de bloques de sal cristalizada durante millones de años. Su uso se recomienda en la tradición milenaria del Feng Shui ya que mejoran la calidad del espacio donde se sitúan al compensar el exceso de iones emitidos por ordenadores, moquetas, aparatos eléctricos, etc. Son decorativas y emiten una luz anaranjada que crea un clima cálido, relajado y confortable. Son fuente de serenidad, armonía y bienestar. Además producen constantemente, gracias al calor de la bombilla y de la sal, iones negativos muy beneficiosos para la salud.
También se pueden encontrar ionizadores "sintéticos", uno bueno debe tener los electrodos de fibra de carbono para no crear exceso de ozono, que podría ser cancerígeno. Y también debe contar con un filtro de alta densidad para eliminar las partículas de polvo.
(Este artículo ha sido extraido de la Revista Mundo Biológico, agradecemos su colaboración)
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